sábado, 27 de diciembre de 2008

¿Amamantar es obsceno? ¡Ay, por favor!

Hoy comenzó la protesta, virtual y presencial, en contra de las acciones ejercidas por Facebook sobre las cuentas de dos miembros de la mencionada comunidad, y según se dice, de muchas otras mujeres. Más de dos mil miembros del grupo "Hey, Facebook, breastfeeding is not obscene!(Official petition to Facebook)" cambiarán sus fotos de perfil por una de una mujer amamantando y/o se presentarán a una sesión de lactancia afuera de las oficinas de la comunidad virtual, en Palo Alto, CA.

La foto de perfil de Kelli Roman, administradora del grupo "Hey Facebook..." junto con Stephanie Knapp Muir, fue eliminada en el verano de 2007 sin advertencia previa, acción seguida de un mail indicando que su cuenta sería cesada de reincidir en el mal uso del sitio, de acuerdo con las políticas de uso de la citada plataforma social. Desde entonces, las discusiones en diferentes medios han girado en torno a la libertad de expresión y el derecho de la compañía a decidir sobre el contenido pubicado por los usuarios.

En mi opinión, hay tres grandes asuntos que aclarar aquí: el concepto de obsceno que Facebook implica en sus políticas, la definición de una plataforma social como espacio público o privado, y el nivel de expertise de los usuarios para restringir el acceso a sus contenidos. Me explico...

En sociología, los espacios pueden catalogarse como públicos, privados e íntimos, de acuerdo a las actividades que se realizan en ellos, pero también de acuerdo al significado simbólico de dichas actividades. El espacio público es aquel en el que ocurren conductas "socialmente aceptadas", donde se da la interacción con los demás y la discusión abierta de asuntos que se considere nos implican a todos. Ahí se da la construcción social de sentido, y es éste sentido socialmente construído lo que permite la convivencia armónica entre los miembros de una comunidad. El espacio privado es aquel que comparten sólo unos cuantos, reunidos en torno a intereses comunes no forzozamente compartidos por el resto de la sociedad, y al que tienen acceso los más cercanos a mi: mi familia, mi pareja y algunos amigos. Finalmente, el espacio íntimo es el que sólo habito yo, en el que ocurre la experiencia individual y que no puede ser compartido mas que de forma verbal.

Las plataformas sociales son, por definición, espacios públicos. Sin embargo, en el caso de Facebook al menos, el usuario puede establecer niveles de privacidad para los contenidos publicados en su perfil. En concreto conozco el procedimiento para publicar notas y álbumes fotográficos: en ambos casos hay opción de hacer visible el elemento para todos los usuarios, sólo mis amigos o sólo yo. Pero no todos los usuarios hacen uso de éstas funciones de privacidad; algunos ni siquiera conocen su existencia o hacen caso omiso por pereza. Sobre éste asunto derivan otro montón de discusiones, como la seguridad de los adolescentes y los casos de secuestro en nuestro Estado, particularmente el del joven Chalita. No es mi intención discutir hacia ésa dirección en ésta nota, pero sí señalar que, aún cuando la empresa tiene derecho a decidir sobre el uso de su espacio virtual, ha ofrecido al usuario las herramientas para proteger su información y, como van las cosas, protegerse de la denuncia de otros usuarios.

Ésto nos lleva entonces de vuelta a Facebook. Establecer políticas de uso que prohiben la publicación de material obsceno, sin definir lo que se entiende por obsceno, es asumir que todos tenemos el mismo concepto de lo que obscenidad incluye, y en un mundo globalizado no hay nada más lejano que la homogeneidad moral. Es crear el caldo de cultivo para la cacería de brujas... o gays, o lactivistas, o que cada quien pueda considerar obsceno... por lo tanto, Facebook tiene la obligación moral de definirse.

La obscenidad, por definición, está ligada a la sexualidad. Según el diccionario Larousse, obsceno es todo aquello "que presenta o sugiere maliciosa y groseramente cosas relacionadas con el sexo". Por lo tanto, yo no considero una asociación adecuada calificar el amamantamiento como un acto obsceno. Al ponerme en los zapatos de quienes califican éstas imágenes como totalmente innecesarias, entiendo que puede ser excitante la sola vista de un seno descubierto, como a otros les excita la vista de cualquier otra parte del cuerpo. Para no perdernos en veladuras, soy de la postura de que la obscenidad está en el ojo de quien mira, no en las imágenes.

Por lo pronto, mi foto de perfil me muestra amamantando a mi segundo bebé, que hoy ya tiene 5 años y fue amamantada por uno y medio. La protesta es un medio válido de mostrar las incongruencias del sistema, y siempre que la causa sea por el bien común, en éste caso no sólo la libertad de expresión, sino la nutrición natural de los bebés, me tienen de su lado. Ya veremos qué dicen las noticias de la noche o el diario de mañana al respecto.

Claudia.

Consulta aquí las notas en Babble, en el Mercury News y en los blogs del New York Times. También las ligas al grupo en Facebook, y al evento en curso.